La bioética abarca las
cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones entre biología, nutrición, medicina, química, política (no
debe confundirse con la "biopolítica” ), derecho, filosofía, sociología,antropología, teología, etc. Existe un desacuerdo acerca del dominio
apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos. Algunos bioéticos
tienden a reducir el ámbito de la ética a lo relacionado con los tratamientos médicos o con la
innovación tecnológica. Otros, sin embargo, opinan que la ética debe
incluir lo relativo a todas las acciones que puedan ayudar o dañar organismos capaces
de sentir miedo y dolor.
En una visión más amplia, no sólo hay que considerar lo que afecta a los seres
vivos (con capacidad de sentir dolor o sin tal capacidad), sino también al
ambiente en el que se desarrolla la vida, por lo que también se relaciona con
la ecología.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto
al ser humano, a sus derechos inalienables,
a su bien verdadero e integral: la dignidad de
la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión
que de ésta se tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada
intervención técnica sobre el ser humano.
La bioética es con frecuencia asunto de discusión política, lo que
genera crudos enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso
tecnológico en forma incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología
no es un fin en sí, sino que debe estar al servicio de las personas y bajo el
control de criterios éticos; o entre quienes defienden los derechos para
algunos animales y quienes no consideran tales derechos como algo regulable por
la ley; o entre quienes están a
favor o en contra del aborto o la eutanasia.
Las primeras declaraciones de bioética surgen
con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial,
cuando el mundo se escandalizó tras el descubrimiento de los experimentos
médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los
prisioneros en los campos de concentración. Esta situación, a la que se suma el
dilema planteado por el invento de la fístula para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del
Hospital Judío de Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva York, 1963), van configurando
un panorama donde se hace necesaria la regulación, o al menos, la declaración
de principios a favor de las víctimas de estos experimentos. Ello determina la
publicación de diversas declaraciones y documentos bioéticos a nivel mundial.
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